sábado, 12 de julio de 2025

Corrientes Club – Un trabajo para la inmensa periferia y un recuerdo para Miguel Vásquez

El Pituja me explica con entusiasmo y pedagogía lo que significa sumar vientos en la composición de las canciones de Corrientes Club. Lo señala moviendo el dedo, recorriendo una partitura imaginaria, de forma vertical y horizontal; como se le van multiplicando las posibilidades al haber sumado dos vientos en la banda. Le gustaría agregar dos vientos más de los que tienen ahora. A la vez que explica -con conciencia de la necesidad de reproducción de las condiciones materiales de existencia- que sumar más músicos es sumar personas a las que se les debe pagar como se debe. "Hay músicos que cobran incluso por ensayo. Y eso está bien. Si es lo que nos gusta, tenemos que tratar de vivir de esto". El Pituja es, lo que la ignorancia musical me permite, el hombre que hace los arreglos, el que compone la música de Corrientes Club. Además de ser uno de los letristas principales y co-frontman, con su voz y piano.

El Pituja me recuerda mucho a mi amigo Miguel Vásquez. En general, la música de Corrientes Club completa me lleva donde Miguel. Conocido por todos quienes lo quisimos como simplemente El Comunicador, se lo llevó un agresivo cáncer cuando muchos estabamos preocupados por la pandemia; nos enteramos tarde y dolorosamente de su muerte cuando el amigo Pley encontró un libro póstumo con sus poemas ("Fui lo que he sido"). Como buen poeta; heredero de Enrique Lihn, Jorge Teillier y Charles Bradley, cuando suena Corrientes Club, escucho a Miguel: 

"Egoísmos impasibles / putrefactas ambiciones / la autoestima acomodada / por la última chupá del mate / dígale mercado, dígale consumo / insalubres pretensiones en la avenida desesperada"

Versos de Miguel que perfectamente podrían estar sonando en canciones como en la metralleta lírica de Homónimo ("Todo artilugio dispuesto en la mesa / está sujeto a ser desintegrado / por orden expresa de algún condado") o en la suave y reflexiva Allá Erah ("Ni medio lleno ni medio vacío / un vaso frío al lado del río / sigue siendo el único alivio / pa los dolores, pa los líos de no encontrar el escrito / pero sigo, saco filo"). Miguel, El Pituja y Corrientes Club, operan y funcionan resonando en el intersticio de la vida cotidiana, en la pulsión de la existencia onda y el contexto social con su historia en permanente movimiento. 

Hoy Corrientes Club teloneó a Sly Hop, grupo de jazz fusión triphop que, armado con tres vientos, teclados, batería, bajo, scratch y rimas, plantean con compromiso una escena donde la experiencia sonora con oficio y sentimiento despuntan. Una escena de nicho, pero que podría estar presente sin complejos en escalas mayores. Ahí donde ya pisan fuerte los Matiah Chinaski, La Brígida Orquesta, La Orquesta del Viento, entre otras y otros. Pero en esta escala, donde venden navegao y sopaipillas para capear la fría noche de invierno en Bellavista (Sala Los Leones), todo es familiar, cercano y enlaza con una experiencia alejada de la presión mercantil de poner el beat y el arreglo ahí donde se espera que suene. Al contrario, acá el desencaje y el recorrido no esperado es lo que manda. El Pituja agrega que hoy incluso ganaron algo de plata con el show, y tenían un buen backstage que los esperaba con cervecitas antes de tocar. Lo dice con la serenidad y seguridad del que sabe que Corrientes Club es un proyecto maduro, con un segundo disco pronto a salir. Convencido de que está justo donde tiene que estar.

Corrientes Club nace el 2021 en la generosa periferia de la región Metropolitana. Completan la agrupación, Matías Reyes (bajo), Giogio Pellegrini (voz), Joaquín González (guitarra y voces), Gabriel Ateaga (batería), Tomás Rojas (DJ Oezy), Catalina Retamal (Saxo Tenor) y Daniel Marihuen (Saxo alto). Estos dos últimos, los que el Pituja (Esteban Retamal, piano, synte y voz), le gustaría multiplicar. Yo le digo, para darle más “masa sonora”. Sí, pero por, sobre todo, para tener más densidad y posibilidades de arreglos, me replica.

Seguramente no todos son de allí. Pero yo les imputo su origen a partir del lugar de dos de sus miembros (Matías y el Pituja): San Bernardo, al sur de la capital, fue desde principios del siglo XX la zona extra-muros del pequeño reino. Una zona particular y con historias interrumpidas. Con su Cerro Chena de vestigios incaicos, con sus dieciochos chicos en octubre, su maestranza de ferrocarriles, su gran plaza de armas, sus empresas que emularon un desarrollismo taylorista de la tumultuosa modernización latinoamericana. San Bernardo, marcada por la represión, con la presencia omnipresente de su regimiento militar, el ejemplo en vida de sus mártires como el sacerdote catalán Joan Alsina (“Por favor no me pongas la venda, mátame de frente porque quiero verte para darte el perdón", fulminando éticamente así a sus verdugos). San Bernardo como destino de la erradicación de poblaciones (“El Gran Plan”), que significó redefinir sus confines y confirmar la construcción de la ciudad neoliberal segregada, y luego con sus precarias viviendas sociales de los 90s. Así, San Bernardo acompasó sus desigualdades con habitantes que nunca eligieron caer necesariamente ahí, pero que, con el tiempo, comprendieron que había que hacer algo con toda esa existencia.

Matías, El Pituja y todos los Corrientes Club, creo que nacieron con la consciencia de estar relativamente lejos y lo suficientemente cerca. Principalmente cerca de ellos mismos. El internet y -antes- el cable, probablemente mitigaron una realidad donde ya "quedaban pocas viñas y cerros donde ir a camuflarse” (Daniela Catrileo, Piñén). Y en lugar de camuflarse, trajeron lo necesario para armarse y hacer música conectada con la vitalidad de la existencia, la amistad, el fracaso, el amor largo y el fugaz, el consumo recreacional y, de forma fundamental, la sensación imperecedera de estar creando algo significativo. Un sonido propio para la inmensa periferia que habitamos todos cuando lo que consideramos el centro no es más que un ilusorio espejismo. Una mala versión de la utopía negada, porque quizás la verdadera utopía es atreverse a construir con los materiales de la periferia.

A contramano de mi generación, que nos criamos con el parámetro del centro del norte-global-anglo, la periferia representaba aquello de lo que había que escapar o salir tan pronto se pudiera; por el contrario, Corrientes Club nos lleva a su terreno, a su propia fisura; con la fusión del rap, el funk y el jazz contemporáneo. Una amalgama improbable de producir cuando se está constantemente mirando para afuera. Eso bien lo sabía Miguel que, con toda su humana cordialidad, sabía que había que vivir y embarrarse en tiempo presente para tener posibilidad de atestar luego un verso. Eso de la quietud de escritorio no era lo suyo. Como no lo es tampoco para Corrientes Club.


>>>  Corrientes Club – Salida de emergencia [2025], primer single segundo disco (estreno en agosto 2025)

>>> Texto: Defamas 


martes, 4 de mayo de 2021

Pianopunks: Los covers.

 

La pregunta por lo inútil está fuertemente asociada a la literatura, y no solo a su estudio, sentido o uso. Constanza Gutiérrez, en una conversación con otras dos autoras, cuestionaba el mérito de la novela pop en cuanto que “refiere a figuras que no están necesariamente presentes en el texto, transformándose en datos estériles”. (¿Alguien más se paranoiquea con que están hablando de sí mismo cuando hablan de algo que no conoce en un festejo o reunión?). Pienso en esas largas listas de bibliografía, al final de un ensayo donde dialogan diversas fuentes, o esas primeras páginas de los libros donde se nos aclaran los derechos de reproducción y los créditos, las que tan certeramente ficcionara Eggers, de modo de condenar a los que lo hayan leído a jamás volver a omitir esta parte de una novela. En una conversación con Marcelo Montecinos, el editor de Calabaza del Diablo contaba que era hábito suyo el saltarse los paréntesis, y quién no ha jugado alguna vez a volver al principio de un paréntesis más bien largo (para comprobar que se sigue la regla de que ambas sentencias, la del texto principal, y la del paréntesis, coincidan con la siguiente aseveración, o, por el contrario, entorpezcan disgregativamente el flujo de la lectura oral) como exhiben algunos.

En este sentido, si alguien no conoce las canciones de una playlist, por ejemplo de covers, no tiene cómo manifestar interés, no hay una poética de los nombres de canciones tanto como de las canciones mismas, o sus versiones. Un amigo ejemplificaba con el título de canción “Sueño”, que ha dado para todos los estilos a lo largo de la historia de la música. Si expongo a continuación nada más el nombre de las 64 canciones a las que, como Pianopunks, hemos realizado un homenaje, le estoy hablando al público determinado de esos artistas y esos temas, más allá de la calidad de las versiones. Estoy aludiendo a una fanaticada de jueces, concitando que mi banda también tiene los suyos propios, y esperando verlos coincidir o pelearse a botellazo limpio en la escucha.

Pero supongo que el significado de un cover es, ante todo, un compromiso activo o la liviana maestría respecto de una canción favorita; no solo me gusta, sino que la domino y la puedo compartir a un nivel similar al artista que la compuso. En Fahrenheit 451, primero de Bradbury, más tarde de Truffaut y actualmente en versión de Bahrani, se nos invita a memorizar un libro, en caso de que desaparezca, en rigor, a ser un libro condenado a la extinción, que debe traspasarse como herencia para que siga existiendo y siendo “leído”, con la literatura oral como medio último de supervivencia de la literatura en total. El cover, en tanto, formula su propia playlist, como variedad de la memoria y de la supervivencia de la música, y del diálogo colectivo y apropiado por lo social de ese gesto que es un himno.

Hay una operación del cover, similar a la del sample en hip hop, o al remix propio del techno y la pachanga, o, incluso, a las mezclas propias que debe realizar una composición original para constituirse como algo nuevo, al ritmo par de un color nuevo o un estilo nuevo de vestir. Supongo que la distinción puede hallarse, nuevamente, en los medios de cada canción: el propósito de todo cover es tributar de alguna manera con que la canción original existe y sigue presente, y se la puede compartir.

Por su parte, el ejercicio de Los Pianopunks de hacer covers nos devuelve a esta facultad inútil del arte, y en particular de la música y la poesía. Ejecutado sin ningún ánimo de tributar a las bandas, como mucho de recubrirse de su sensualidad o demostrar que la versión nueva es mejor, a veces con cero respeto a la sola idea de la original, además es una lección del olvido más absoluto, porque fueron tocadas y grabadas, pero son irreproductibles excepto por algún riff ensayado las suficientes ocasiones. Sin duda, su razón de ser es la identidad, y dentro de la identidad, la afinidad, de Los Pianopunks consigo mismos, o respecto de sus canciones (favoritas, lamentablemente creadas por alguien más, antes).


Los covers.

Las originales.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Introducción al dream pop: Entre homenajes e insolencias

Antes que todo, una aclaración de mi lugar de enunciación. Esta introducción la presento desde alguien que se acercó al dream pop desde el dark y el shoegaze; por tanto, todo sesgo es una mezcla entre ignorancia e intencionalidad que pretendo mostrar en esta breve columna. 

Homenajes

Siguiendo el hilo de otras listas de reproducción presentadas durante este año en el blog, aprovecho esa introducción para rendir homenaje a dos discos- y bandas- centrales del dream pop. El primer trabajo es Heaven or Las Vegas de Cocteau Twins (1990). El segundo, el Teen Dream de Beach House (2010). Ambos discos son lo mejor que se puede escuchar del estilo, como también nos presentan distintos acercamientos a éste. Por un lado, la trayectoria de Cocteau Twins nos muestra que el dream pop es sólo una de sus posibles etiquetas y que en realidad pertenecen a un plano mayor, mientras que en Beach Huse encontramos una postura más ortodoxa. Tanto en la revisión completa de los discos y el "versus" que encontrarán más en el desarrollo de la lista de reproducción, busca de materializar este punto. 

Insolencias

Esta lista es insolente porque se hace cargo de unas de las controversias que puede encontrarse en la literatura especializada sobre si el dream pop es o no distinto al shoegaze. Al respecto, mi propuesta apunta a que si bien hay diferencias entre ambos, son más los puntos de encuentro. Es por esto que una introducción al dream pop también debe llevar un esbozo al shoegaze incorporando bandas imprescindibles de ese estilo. 

Por último, la insolencia mayor se hace presente por notables ausencias en esta lista de artistas importantes como Julee Cruise o Grouper; pero, quizás la más notoria insolencia, es que la canción de This Mortal Coil presente en la lista es la menos dream pop de lo que puede escucharse, pero también la que más hace puente con esta lectura del estilo más en relación con otros

Dejo abierto el el hilo para sus aportes que permitan profundizar en el estilo. 

El enlace a la lista de reproducción lo pueden encontrar aquí 









lunes, 16 de noviembre de 2020

Rock y literatura.

Del mismo modo en que una banda es influida por otras bandas, la música puede tomar prestado de otras artes para definir su distintivo generacional. 

¿Qué es el pop art, sino la publicidad dedicándose a la pintura? ¿En qué momento el músico se volvió una estrella de cine también? 

La literatura en específico ha aportado a la música dándole elegancia o densidad. Conocido es que Robert Smith de The Cure es asiduo lector de Borges, o que la Rue Morgue (quienes no aparecen en esta playlist) pensaron su blues a dos mujeres considerando la lectura de Rayuela de Cortázar. 

¿Puede un liricista componer sin haber leído, y bastante? ¿Es la palabra la primera forma madura de música, y la música el primer gesto efectivo de comunicación? Un disco es, ante todo, un relato, y la poesía es el proyecto solista de los que nunca tocaron guitarra o piano. 

Tampoco fue incluida Canción de cuna de Chancho en Piedra, pero habría que comparar con The Ramones. ¿Es un músico que lee, un músico inteligente? ¿Por qué los músicos que no se pavonean de leer usualmente repiten mucho las mismas frases y palabras en sus canciones? Planteándonos cuando Residente de Calle 13 dice en una canción, que tampoco participa del playlist: "dices poco porque sabes poco", o las letras de System of a Down, a la vez complejas, novedosas y minimalistas. 

Sin duda, la música también ha influido en la literatura. Tenemos una variopinta fauna de melómanos, desde Lemebel hasta Haruki Murakami. Paula Ilabaca, poeta chilena, cuenta haber tenido su primera iluminación sobre el oficio de escribir al constatar que el epígrafe de una novela era una frase de una canción pop. En su última entrevista antes de morir, a Bolaño le preguntaron cuál era su músico favorito, y después de algo de rodeos dijo que Elvis. 

Hay un diálogo entre literatura y música, y entre música y literatura, del cual este playlist espera dar cuenta y que lo disfruten.

Escúchalo y obsérvalo por aquí.

jueves, 5 de noviembre de 2020

69 copias que son mejores que la original.

Por Maori Pérez. 


Palabras para el acto de la música dependen de su latitud. La música en español se toca, en territorios anglosajones se juega (emparentándose con el teatro, que es una jugada, "a play"), mientras que hay países, mediorientales o próximos a India, quizás Las Filipinas, donde se roba. El acto de la música como un robo es tan antiguo como la música misma. En términos de música clásica, era común pensar que la acústica de la habitación del músico, lo que ocurría sonoramente a su alrededor (discusiones en la cocina, pelambres de pasillo, el canto de los pájaros) influía directamente en sus composiciones. Conocido es el caso de Pachelbel, cuyo Canon le fuera revelado en un sueño por el mismísimo diablo, en una versión mucho más admirable de acuerdo a Pachelbel. (Y no deja de tener sentido que los plagios en ese entonces fueran estos, durante el sueño, de parte de criaturas del submundo, puesto que estaba prohibido repetir el acorde de otro compositor). Sin ir más lejos, los Beatles habrían plagiado, Yellow submarine es idéntica a una popular canción de los años 20, y no deja de ser curioso, porque si hay alguien que está preocupado de los derechos de sus canciones, esos son los Beatles. En música, está bien robar pero está mal que te roben: Lana del Rey, Radiohead, ambos necesitan aire y nada más para amar este negocio de intercambios. Borges solía decir que para imitar o copiar hacen falta dos cosas: el ímpetu de ponerse en el lugar del sujeto a quien se copia, y la admiración, porque no se puede copiar a alguien sin creer que ese alguien estaba en lo correcto. Pensando en nuestra realidad local actual, al poeta Diego Ramírez se lo suele clasificar como Disc Jockey, en tanto su originalidad consiste en cómo juega sus cartas con la originalidad de otros, y esto no es ajeno a la composición musical, ya sea como cita o pastiche, en tanto decir otro, siendo uno y aunque lo otro sea idéntico a sí mismo, siempre conlleva una nueva intención. El símbolo asiático del Yin-Yang me parece apropiado como representación de todo esto, en la medida en que un físico cuántico conjeturaría que original y copia son conceptos discutibles y reversibles, la copia tiene algo de original, la original tiene algo de copia, y la original perfectamente podría ser la copia de la copia y viceversa. Mi experiencia personal como músico ha sido adversa: despierto por la mañana con una tonadita desconocida y atractiva en la cabeza, le meto guitarra, y más tarde alguien me señala que los vecinos habían puesto New Order anoche. Nada nunca es tan tuyo que es tuyo. La siguiente lista es una especie de jornada representativa de cuando una banda o músico ha destacado en una canción que técnicamente no le pertenece. Hay algunos aciertos, pero ciertamente que muchos ejemplos han quedado fuera (pienso en Freedom of Choice de APC o las canciones del Pipiripao o de Cachureos o de 31 Minutos). Además, hay muchos ejemplos que no son, pues, ejemplares, y se puede discutir si superaron al original, y en qué. Ante todo, es un acto de soberana copia, como lo es toda colección de canciones.


Escúchalo (y velo) aquí. 

lunes, 21 de septiembre de 2020

Desde y más allá del mainstream alternativo: Joy Division-Closer [1980]







Seguramente, existe un proceso muy interesante sobre cómo una banda de más de 40 años de antigüedad y que sólo lanzaron dos discos se haya convertido en lo que, paradójicamente, denominamos como "mainstream alternativo". En esta intervención, pretendo situarme desde y más allá de esta etiqueta alrededor de una breve reflexión sobre el disco "closer" el cual, en este caótico 2020, cumple 40 años y la presentación de nuestra lista de reproducción en homenaje. 

El mainstream alternativo de Joy Division en particular ha enfatizado su sonoridad oscura dentro de la escena post-punk alrededor de, sobre todo, su primer disco “unknown pleasures” y algunas canciones publicadas después de la muerte de Ian Curtis. Las consecuencias de ese reconocimiento son que, si bien permite considerar a la banda dentro de un espectro mucho más amplio de estilos, hace que esté en segunda fila el valioso aporte de Joy División a la música “oscura” propiamente tal. Escuchar Closer nos recuerda por qué Joy Division es una de las bandas imprescindibles del dark y, por tanto, sugerimos como una segunda propuesta de escucha, considerar Closer como el primer paso para hundirse en un estilo en particular, más que una obra que aporta a un gran abanico de estilos. 

Sin embargo, si bien justifico la importancia de Closer por su aporte dentro de un estilo en particular, la lista de reproducción que les comparto va más por la línea del “mainstream alternativo”, pero con algunos retoques provenientes desde nuestra esquina. En esta lista no sólo encontrarán desde dónde creemos que se posiciona la banda en materia estilística, sino también la dimensión de Joy Division devenido en New Order, así también le rendimos homenaje al sello Factory Records como la institucionalidad que le permitió a la banda posicionarse. Este último punto es esencial, ya que la existencia de Factory Records nos recuerda la necesidad de una industria cultural que haga crecer el talento. Sin lugar a dudas, el sello debe haber tenido influencias en los primeros pasos de constitución de Joy Division como mainstream alternativo.

Dos caminos de escucha en torno a Closer y a la banda. Uno más abstracto que el otro, pero con el mismo objetivo de incentivar que este disco sea sólo el inicio. 

Puedes descargar el disco aquí durante siete días una vez publicada la columna (21-9-2020)

El enlace a la lista de reproducción se encuentra aquí 


jueves, 27 de agosto de 2020

BLOQUE CONCIENCIAS CHILE 1970-2020: 50 canciones para desmontar la sociedad capitalista

Comunicado: Butalmapu entra al streaming musical.

En el afán de contribuir al determinante histórico que convoca el Plebiscito del próximo 25 de octubre, Butalmapu [Fütalmapu] pone a disposición de todxs su “Bloque Conciencias Chile 1970-2020”, en Spotify

Como colectivo “conservador de su tradición crítica”, La Esquina asume que lo iniciado el 25 de octubre es sólo un medio institucionalizado (pero relevante!) para reconfigurar relaciones de poder, por la vía de la instalación de contenidos normativos anticapitalistas, anticoloniales y antipatriarcales. Sabemos que el horizonte es “otra sociedad”, desmontando estratégicamente la hoy existente.


Las canciones del “Bloque Conciencias…” despiertan, sacuden e interpelan. Incitan a la acción frente a las contradicciones y antinomias de la sociedad actual. Muchas de ellas son gritos lacerantes en contra de su pulsión de muerte (Killing in the name - RATM), dibujan mundos distintos (Santiago - Newen Afrobeat / En horario estelar - Congreso / Deja la vida volar - Mercedes Sosa), apelan a la reconfiguración de las políticas de reconocimiento (La Patria Madrina - Lila Downs / I Am that I Am - Peter Tosh), llaman a abolir las estructuras disciplinares y de control (Fuck Tha Police - N.W.A. / A.C.A.B. - Sara Hebe), denuncian la opresión y violencia salvaje de dichas estructuras (Paco Vampiro - Alex Anwandter), llaman a prender fuego (Sabotage - Beastie Boys) y llaman tomar el poder por parte del pueblo (Gimme Tha Power - Molotov / People have the power - Patti Smith). En definitiva, ir por la búsqueda de lo arrebatado, acumulado, porque lo entregado de vuelta ha sido sólo en forma de explotación y miseria.


Hay espacio también para lo "divino" y post-humano. La sensibilidad de la común convivencia como logro colectivo, que incorpora la distinción de lo que está más allá de la virtud de lo material y corriente (Muevan las Industrias - 31 minutos). La reclamación del espacio para el misticismo y la espiritualidad (Canción de Machi - Beatriz Pichi Malen / Hijo del diluvio - Congreso), la sabiduría del pueblo y la importancia de la consciencia de clase (Soy del pueblo - Carlos Puebla), el culto a la naturaleza y su majestuosidad (Aconcagua - Los Jaivas). Porque lo profundamente humano no se vive sin los pies dados vueltas en la abstracción del cielo (“with your feet on the air and your head on the ground”, Where is my mind? - Pixies), que no concede espacio para escatologías al servicio de la dominación del/la mujer/hombre por el/la mujer/hombre.


Ecos y espectros, más recientes, invocan a la vigilancia y la alerta frente estratagemas que intentan reconstruir nuevas-viejas recetas. La ironía del insuflado aire reformista-progresista (O pequeno Burguês - Martinho Da Vila / The revolution Will be Televised - Jeff Beck), los peligros siempre presentes del fascismo (Antifa Dance - Ana Tijoux), su seducción ((We don’t need this) Fascist Groove - LCD Soundsystem) y vigencia (Todos unidos - Carlos Puebla), en su dimensión oligárquica y capitalista (Pigs - Pink Floyd / Plata ta tá - Mon Laferte). Para desmontar lo existente, los mecanismos de mantención institucional del stato-quo deben ser abolidos. 


En la coyuntura fina, celebramos el alzamiento del pueblo a partir del 18 de octubre (Cacerolazo - Ana Tijoux), y todas las revueltas sociales que claman por dignidad y un proyecto popular (Somos Sur - Ana Tijoux/Shadia Mansour / El Pueblo Unido - Quilapayún), la preferencia por el caos en vez de la “charcha realidad” (Química - Mauricio Redolés), pero también la responsabilidad -que se perseguirá por justicia en tribunales internacionales- por parte de quienes gobiernan (Let’s Impeach the President - Neil Young). No olvidamos.


Por último, como buen Bloque que se precie de tal, la historia y la historicidad. La lección de las luchas que han puesto el cuerpo y las convicciones (Vamos mujer - Quilapayún), aun cuando la cancha sea dispareja (Bella Ciao - Goran Bregovic), los “dinosaurios” y su inercia eventualmente caen (Los dinosaurios - Charly García / Vuelvo - Patricio Manns), si se tiene presente las raíces profundas de la memoria (N’ olviden - Joe Vasconcellos / America - Tiro de Gracia). Para precisamente tratar de hacer historia. Hacer las cosas distintas. Porque, como cierra este Bloque, “nace flor, todos los días sale el sol, de vez en cuando escuchas aquella voz”.


#APRUEBO

#CONVENCIÓNCONSTITUYENTE


Fin del comunicado.