lunes, 25 de agosto de 2008

Johnny Cash - At Folsom Prison [1968]

Hay que ser un irresponsable para comenzar el dialogo en La Esquina haciendo uso de Johnny Cash. Él, preso de esa linda fama de la que parasitan todos los subproductos del sistema aprendió que se puede ser un excesivo, estar en la cuerda floja, vivir y morir decentemente con un presente que perseguía sus días desde el motivo de la irresponsabilidad.
Simplemente un cara dura, de esos que siempre surgen y son idolatrados por ser efectivamente eso.. En esto no hay nada nuevo, la espectación de quienes siguen la música esta permanentemente buscando a quien consagrar con el titulo de "idolo" o "procer". Se cifran las espectativas en tipos reñidos con la moral, el abuso de sustancias, el desenfado en el escenario, la vehemencias de las letras, renegar de dios y escupir al diablo... sabemos (claro que lo sabemos) que quienes cumplan estas características seran parte de la inmortalización sacro-santa por parte de la audiencia y de la industria músical. Sin embargo, y esto también lo sabemos, que el porvenir de estos proceres esta ya hecho, la senda que siguen es bien simple: mueren por sobredosis de alguna cosita o bien se redimen y expian sus pecados en alguna novedosa religión (buscando nuevos dioses, y por cierto, nuevas cositas con que alterar la percepción).. es éste el decálogo de los idolos en pos de la inmortalización de sus figuras, la permanencia en la historia y en la conciencia de la audiencia depende de cuan morbosamente bien mueran (Para que vamos a entrar en los detalles de el baño de Elvis Presley, lecho de muerte de ese rey) o de que mejor manera consigan fundamentar su cambio al islam (estoi pensando en Yusuf Islam, antes conocido como Cat Stevens.. una notable vuelta de redención).
La entrada que tiene Johnny Cash en todo esto es justamente la excepción de lo antes descrito, la inmortalización como procer, como idolo, es ungida desde las trivulaciones de un hombre imperfectamente normal, que es recogido por la fama a partir de su precaria forma de tocar la guitarra (que le valio la conformación de su propio ritmo dentro de el country: el boom-chick-a-boom), su timidez espontanea que mantenia centrada la antención en los movimientos de la guitarra sobre el escenario (haciendo normal lo desconcertante de su actitud nerviosa), y por sobre todo su desparpajo convencido de que era el mejor.. eso ante la evidencia de los hechos que demostraban que el presente siempre pudo ser mas dulce (y ser efectivamente el mejor), pero Cash siguió la cuerda floja de auto-presentarse en los escenarios ( "Hello, I'm Johnny Cash", con esta frase comenzó todas sus presentaciones) como lo que era; con la precariedad de un sujeto que se le atribuye ser un irresponsable por su adicción a las anfetaminas y al alcohol por más de 30 años, por dejar a su mujer e hijos por June Carter, mujer que siguió obstinadamente (por el simple hecho de quererla y amarla, es quizá ella la única redención en su vida), el despilfarrador de dinero arrogante que se aleja de su cuna (y de su pasado marcado por la precariedad material) a través de sus gastos... en fin, la empatía de Cash se juega en ser un idolo con pies de barro, cosa que todos sabían, y que el no desconocía y la hacia coherente con la vida que quiso llevar.
Por lo mismo, la simpatía que tuvo hacia los presidiarios de la penitenciaria de Folsom en San Quentin EEUU (de donde sale el disco de esta nota: Johnny Cash - At Folsom Prison [1968]) está marcada por un respeto solemne de quien se reconoce en quienes hacen de público, siguiendo este juego del "idolo". No obstante, Cash se sienta al lado de los reos de Folsom sabiendo que el también merece estar ahí, no como idolo sino como uno más. Experimenta la convivencia con tipos que comparten sus mismos valores: el de mantenerse en la línea, la cuerda floja de malabariar con el bien y el mal viviendo para contarlo, viviendo para hacerlo ver. Y lo hace ver, interpretando la angustia de que al fin y al cabo la unica diferencia entre él y los reos es que caprichosamente Cash no esta detrás de las rejas, sino que goza de la ignomiosa libertad de un mundo que le parece hipócrita, lleno de valores que se hacen humo a cada instante y que sin embargo se siguen sosteniendo. En Folsom Prison no existen ese tipo de patrañas, el espacio reservado para la redención se extinguió, no por falta de esperanza o fé en ellos mismos, sino por coherencia, por consecuencia de seguir caminando en una sola línea, en la senda que tocó llevar inexorablemente como devenir de la vida, haciendose cargo de morales y valores construidos muy personalmente. Línea, senda, un camino que tipos como Cash y los reos Folsom Prison comparten como buenos irresponsables que son, en el orgullo de saberse así.






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