lunes, 15 de septiembre de 2008

"En la Corte del Rey Crimson:
apocalipsis ahora”, 1969
…Resuena entonces de lo anterior querido “Defarras”,-o a cualquiera que gane el tiempo junto con nosotros- , que allí, tal como aquí, se escribe e inscribe la historia del Rock. En la cuerda floja. En el paraíso sin dientes. En la última verdad: la mentira... Por esta razón, yo me inscribo desde las rendijas de los sueños. Desde nuestro mundo onírico. Desde esa total agonía que se nos presentó ante la corte del Rey: la fotografía de nuestro presente; y que, a estas alturas, más que un álbum de música, me parece ser la recapitulación completa de nuestra propia esquizofrenia.

Un álbum que a mis manos llegó por herencia, y que ahora, luego de haberme preguntado y preguntado a quien darle este espacio, heme adoctrinado y maravillado por corroborar su propia trascendentalidad. King Crimson, viajando a través de los futuros de nuestro inconsciente nos susurraba al oído que sería del respiro humano. Y lo hacía desde su propio trono y en su corte; “in the Court of the Crimson King” (1969).

En un comienzo pensé escribir desde lo que ocurría por esos años para darle un sentido al disco, sin embargo tuve que detenerme porque es imposible hablar de él desde afuera hacia adentro. En este sentido, comprender a King Crimson de la misma manera es prácticamente imposible también. Por esta razón pensé, para poder combatir contra ello y comenzar a escribir, reflejar el disco canción por canción, no obstante, resultó esto ser otro modo cosificante de lectura. Por último, pensé: “¡qué mierda puedo decir de esta obra!...”, y creo que ahí salió lo mayormente circundante y significativo a que me refiero ahora: empezar desde la soltura frente a esta prisión, y seguir a esa flauta que me rodea y contempla a la vez…

Encontré en ello, luego de tal contemplación, el comienzo del fin. Los sonidos ya han entrado. Ya me han tomado. Lo único que quede de mi entonces, será lo que estos quieran con mi memoria… -¿y por qué la memoria?-, porque luego de haber hecho, es todo lo que me queda…


Sólo el epitafio de un derrumbe, para luego volver a sostenerme entre las cuerdas que construyen este tiempo y este espacio, y el que ya fue. Que pudo haber sido hace casi cuarenta años (1969), o hace simplemente un minuto. Porque sentado frente a la nada, la Tierra y el mundo se caen, de la misma manera como se derraman frente a la posesión del espacio y al calentamiento global…


Hablar frente a la corte del Rey entonces, más que hablar desde la cuerda floja, es dejar que ella te estrangule. Que te posea, te subyugue y te suelte cuando se acabaron las pilas del personal, o alguno muy hueón pensó que era importante para ti saludarlo. En fin, es aquel momento en que los medios racionales son escasos. Porque el pensar en el terreno de los sueños es escaso…


¿Cómo recuperarnos entonces de tal yugo?... es simplemente imposible. Deja a tu mente enmudecerse. A veces, es mejor callar y escuchar a los susurros del deseo. Silenciándonos dediquemos tiempo a los objetos, a re-conocer la materia. A sentir lo delicioso de una cuerda de metal que late entre la uña y la carne. A poseernos desde una ilusión… Para que luego nos devuelva el verso, y con éste, el sentido. Ahí, en el patíbulo. Mirando de frente el panteón que envuelve la mesa redonda con héroes más lejanos que ese lugar. Ahí, en ese palacio que recibe el sol poniéndose en la distancia a través de ventanales altos y delgados. Que alumbran tu lado izquierdo y te devuelven la razón. Mira de frente al Rey, y ruégale por un cuidado de tu pueblo, porque tú sabes lo que vendrá; porque tú lo estás viviendo en carne propia; porque tú añoras que alguien mejor que tú conduzca el mensaje que tienes para entregar. Por eso esperas ansioso el amanecer. Porque en él puede presentarse el momento que antecede nuestro fin… Porque ya, y sólo ya, puede ser cuándo para que cómo, entienda que el qué, no se escribe con palabras…


…sin más entonces es que acaba el disco y te devuelve a tu, a mí, y a nuestra propia balada ya (d)escrita…


Eso es lo que este disco comprende: una fotografía de nuestro presente sacada hace casi cuatro décadas atrás. Es, en el fondo, un disco que hace de las notas musicales un perfecto celuloide de una era final. Una historia a encontrarse por alguna civilización extraterrestre cuando ya aquí no quede nada. Cuando ya, sólo importe el registro de nuestros errores para no ser reproducidos en algún otro lugar. Cuando ya, la única aventura predecible del final sea la memoria: la proyección eterna de una constante epitafia…

Descarga el disco aquí:


http://www.sendspace.com/file/cmx1ws