lunes, 17 de diciembre de 2018

Un aporte a la "deuda histórica" de Butalmapu. Los covers en La Esquina

[Esta columna coincide con el término del retiro filosófico de Butalmapu, el cual se tradujo en una sequía de columnas extendido de casi dos años. En este tiempo, ciertamente las cosas han cambiado: ascendió el fascismo, creció Spotify, volvieron los vinilos de la mano del hipsterío, murió Cornell, Angel Parra, Chuck Mosley, Dolores O'Riordan (… pero la vieja sigue viva). No obstante, en este retiro lo que une a La Esquina no ha cambiado. Pese al paso del tiempo, lo que no varía es ese fondo y foco musical, que sigue reverberando, haya o no palabras escritas para mencionarlo, el zumbido atronador de ella, que todo lo toca y todo lo invade, sigue intacto. Así, no obstante, la centralidad del disco, como absoluto de la Esquina no ha cambiado -y no cambiará- hemos de reconocer la necesidad de abrir la reflexión a otras centralidades. Partiendo, por esta columna de un integrante de un grupo “postamigo” de Butalmapu, Los Chatós, dedicada al COVER (de los que se escuchan…). En las siguientes líneas se sugiere que más allá de todo, los covers son necesarios para la música y su gente. Incluso, quizás, más allá de todo lo que lesionan y puedan dañar a lo original y auténtico.
Butalmapu, en La Esquina]


Columna escrita por Cható (Ignacio Voullieme)

Quiero comenzar dejando en claro que este texto puede ser interpretado como una desvergüenza de mi parte, ya que de música sé bien pocoY es que en verdad es que sé bien poco, y quizás por eso mismo le falto el respeto a los clásicos -a los cuales no conozco en profundidad y confundo constantemente. Difícilmente escucharán de mí "esta canción es la versión del primer disco" o "esta es de cuando estaba el primer guitarrista" mientras suene algo en la radio. Es tan poco mi respeto que creo que jamás he escuchado un disco (conscientemente) de forma lineal, y quizá lo haya hecho trabajando y poniendo un "and justice for all" como banda sonora de una planilla excel o revisando cadenas de correos para pagar un asado. Desde esta insurrección a todo lo que profesa La Esquina, y esa sacrosanta verdad revelada que significa un disco, es que hace un tiempo asumí un placer culpable: ¿y qué tanto?, -"me gustan los covers". Y ojo, no cualquier cover.

Eso de escuchar una canción versionada con otros instrumentos, otra velocidad, otra voz o cualquier cambio de estilo que merezca ser intentado, es, sin duda un placer. Mi placer. Esa sensación que te revuelve la guata, te genera cierto miedo o vértigo mientras avanza la pista, su desarrollo en remates diferentes, eso de no saber para dónde va; como cuando los que saben, improvisan, rapeando o payando en décimas (o el propio jazz, para los más finolis). Pero aquí es distinto por que ya conoces el final. Entonces la tensión la generan tus expectativas respecto de la canción original, y ver cómo se resolvió de una manera diferente la misma ecuación. Una matemática arriesgada. Donde el resultado apuesta por no ser exacto.

La serie los 80 logró generarnos eso con cada temporada en la que se versionó "el tiempo en las bastillas” de Fernando Ubiergo. Sea por Los Miserables, Difuntos Correa, Francisca Valenzuela, Trio Catarata Seca (Macha) y Camila Moreno -si esperabas un ejemplo y referencias de canciones de Queen, ya te dije que esto es sin respeto. Lo bueno de este ejemplo es que creo que es de común acuerdo que cualquiera de estas versiones es mejor que la original, a la cual le daremos el (¿importante?) mérito de ganar el Festival de Viña de 1978, en plena dictadura. 

Entonces esto nos plantea nuevas preguntas: ¿Qué ocurre en estos casos? ¿Qué ocurre si la original es recordada solamente por ser la versión original de una mejor versión? ¿Qué pasa si ya ni siquiera pasa a ser recordada por eso? ¿Qué ocurre cuando en otro país y/o cultura se reversiona una canción y es un éxito de otro nuevo intérprete? En ese sentido varios muchos le deben su éxito a versiones originales que interpretan desde su capacidad -Américo o Chico Trujillo se apropian del reservorio latinoamericano para hacer "su" música y nos sorprendemos cuando en Perú escuchamos "te vas, te vas, te vas" en una canción más lenta y menos enérgica. El Garage Inc. (si, pasé de Américo a Metallica sin asco) es sin duda un ejemplo muy bueno de esto -probablemente sus versiones son muchísimo más conocidas que las originales como el caso de "Die, Die My Darling" de Misfit, "Whiskey in the Jar" de Luke Kelly & The Dubliners, u "Overkill" de Motorhead.

Al comentar sobre esto muchas personas se escandalizan, sobre todo si hablamos de algunos grupos como Agapornis, que enfocan su carrera en transformar a la cumbia los sonidos y letras de distintas bandas, su versión de Persiana Americana hizo sangrar los oídos de los ortodoxos y seguidores de Cerati, ¿pero por qué tanta seriedad? ¿Es acaso una canción intocable como si de Bielsa se tratase? Es como si les diera rabia la sola posibilidad de que esa versión creada reemplace a la original y su creador y disco se vayan al olvido.

Puede que esa cumbia lais sea lo que necesita la música (o la gente), entonces covers como estos viene a actualizar los sonidos, a recontextualizarlosdarle más velocidad o poner ciertos instrumentos volviendo a situar a la canción en un nuevo contexto histórico, nos guste o nos guste, eso lo definirá la gente. ¿Podríamos dotar entonces a los covers una función cultural?,¿una función de actualización sonora de obras que merecen mantenerse vigentes? ¿un electro shock para mensajes que siguen siendo coherentes mas no así su música?

¿Pero si se cambia la música podemos cambiar también la letra? La colombiana Andrea Echeverri de aterciopelados en su versión de "Vagabundear" de Serrat modifica sutilmente la letra, modificación que de seguro el mismo catalán haría en estos tiempos de quiebres culturales al patriarcado. "No llores porque no me voy a quedar, me diste todo lo que tú sabes dar. La sombra que en la tarde da una pared y el vino que me ayuda a olvidar mi sed. Que más puede ofrecer una mujer" dice la versión original, y que Echeverri modifica cambiando la palabra "mujer" por el verbo "permanecer", lo hace casi de manera imperceptible, pero logra sin duda reivindicar el rol del género femenino sin modificar el sentido de la canción. Casos extremos de modificación de las canciones y podríamos posicionarlos en el límite de lo que entendemos por Cover, son las adaptaciones. Grandes ejemplos son los que nos ofrece el futbol desde sus gradas, en donde las hinchadas se esfuerzan día a día en mantenerse actualizadas con la música para enviar sus mensajes de aliento, amenaza o refuerzo identitario. Sin profundizar demasiado en ello presentamos el ejemplo de la "gloriosa Butteler", hinchada de San Lorenzo, reconocida por sus versiones de "Despacito" y "Duele el corazón".

También están los ejemplos intermedios, esos que toman partes de otras canciones dentro las propias- así lo hicieron Los Parkinson en su canción “Papel Floreado” citando a Los Prisioneros insertando la frase que recuerda que “los hippies y los punk tuvieron la ocasión de romper el estancamiento de las garras de la comercialización, murió toda la buena impresión”, lo cual no ocurre solo con letras sino también con acordes o solos instrumentales.

¿Pero por qué alguien querrá decir lo que dijo alguien antes pero de otra forma?, bueno el mansplaining es un buen ejemplo de eso y lo seguimos haciendo, seguimos tomando estímulos ajenos para crear nuestra identidad, nuestra propia ecuación. Cambiar la disposición de los lectores hacia los covers es el objetivo de esta columna, invitarlos a darle oportunidades y a relativizar la originalidad de las cosas. Y cuando estén escuchando algún nueva versión, abran la pregunta: ¿Qué hace de un cover un buen cover? ¿Qué aspectos definen su calidad? Su calidad musical, independiente de la versión original, su estilo y/o la mantención del espíritu o sentido, aparecen como las mejores respuestas. Pero y sí, los covers son necesarios, quizás sin ellos poco sentido tendría la música si no se pudiera re versionar a sí misma, pero como diría el mago “con respeto, con respeto”.


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