Debo confesar mi total ignorancia en el conocimiento de las artes del rock, rock pop, hard rock, metal rock y todo acepción que se identifique o asemeje a este estilo. Sin embargo, con la ingenua autoridad del ignaro consumidor de canciones que marcan esporádicas estacionalidades, deseo hablar de “The Man Who Sold the World o El Hombre que Vendió el Mundo”, tema compuesto e interpretado por David Bowie en 1970 en su disco homónimo, según mis desconfiables indagaciones.
Ahora bien, al referirme a “The Man Who Sold the World”, debo basarme en el cover de Kurt Cobain y específicamente a su concierto unplugged junto a Nirvana de 1993, actuación que evoca una atmósfera presente, el desmembramiento de los valores y principios, de un soborno en silencio, de un éxito apresurado, de un engaño auspiciado, de ilusiones de compra-venta, de un arte tranzado, de la sensación sin respuestas... en qué me he convertido.
En este sentido es válido preguntarse, tanto Bowie como Kurt, al interpretar este tema, buscaban redimir su verdadera particularidad, pensando qué su arte fue subastado, convirtiéndolo en producto, comercializando su talentosa y audaz impertinencia, tranzando su ya... plastificada rebeldía.
En mi opinión, creo que sí, lo pienso como un acto de constricción al libre albedrío, la búsqueda de lo perdido, una resistencia de la frágil esperanza de mantener esa rebeldía. En palabras de Poe, -en su “Corazón Delator”- el culpable de todo lo que pasa en el mundo, él de pactos con satanás, en rendición combativa, en proclamas de remisión, nada ha cambiado a pesar del tiempo. Tales afirmaciones, las realizó en concordancia a los siguientes versos presentes en el tema:
Nosotros debíamos haber muerto hace mucho, mucho tiempo. / ¿Quién sabe? / yo no, nosotros nunca perdimos el control / estás cara a cara con el hombre que vendió el mundo...
Entonces “The Man Who Sold the World”, puede ser considerado como la consigna de reivindicación de lo esencial, del amor por realizar algo que te hace feliz, de la pasión a lo que te identifica, lo que te hace diferente, el arte de crear y poder compartirlo, a pesar de haber estado cara a cara con el hombre que vendió tu arte y convertirte en palabras de Pablo Rokha, en “el hombre de la danza oscura/ y el ataúd de canciones degolladas..” en su poema “Aventurero.”
Nahuel Lorca Lonki
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lunes, 24 de agosto de 2015
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2 comentarios:
La reivindicación de lo esencial que sugiere Nahuel es, me parece, el reconocimiento de mirarnos todos los días al espejo y encontrarnos cara a cara con los que venden el mundo. Nada más alejado que la honestidad de Bowie, está también el citado en la crudeza del cover de Nirvana. Para el primero la consolidación de un estilo inigualable, y para el segundo, encarnado en Cobain, el corolario de su inmortalidad.
Me parece interesante los distintos momentos en los que aparece la cancióny cómo, desde ahí, es posible construir un significado. Por un lado, en Bowie pareciera que se pone el parche antes de la herida, sabiendo lo que vendrá desde la década de los ochenta. Por otro lado, en Nirvana aparece como una especie de resumen de su carrera. Sin lugar a dudas una canción, y disco, igual de camaleónico que Bowie y Nahuel.
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