“y yo que hasta ayer solo fui un holgazán y hoy soy el guardián de sus sueños de amor” es el primer verso del disco. Al escucharlo, uno puede comenzar a reflexionar acerca si algo como estar con la persona que uno ama puede darnos un concepto cerrado del amor, ergo, sabemos lo que queremos en cuanto al amor y buscamos a persona adecuada o más bien es algo etéreo en el cual se difumina y se complejiza el buscar a la persona amada.
Ciertamente existen esos momentos en el cual uno pide algo más de amor. A pesar del equilibrio que uno pueda tener, nos damos cuenta que las alegrías tienen que compartirse con otras personas y a la vez concretarse en circunstancias. Los amigos y la familia por supuesto pueden ser los que compartan estas situaciones alegres con nosotros dilataríamos aún más el buen momento. Sin embargo, aún así necesitamos algo más de amor. Frente a eso, buscamos relaciones fugaces, affaires circunstanciales como también amamos a personas que con suerte saben que existimos.
En realidad solamente buscamos fabricar más material amoroso para así saber que todos esos sentimientos tan bellos los puede crear uno y por ende son de nosotros y de nadie más… la persona con el cual son canalizados resulta ser secundaria.
Sin embargo, en todo ese transcurso vemos que simplemente acumulamos formas limitadas de sentir y demostrar amor, como de repetir como un loro te amo o dar besos con la misma frecuencia y frialdad con que regalamos osos de peluche y tarjetas virtuales. En definitiva reducimos nuestro sentimiento a un simple juego de repetición y mercantilización que neutraliza cualquier atentado contra nuestro ya falso equilibrio
Es posible que para crear nuevas formas de amar sea necesario poner en juego el equilibrio personal por un momento y dejar que los elementos más profundos de uno salgan y se incluyan en esa apuesta. Sacarnos la máscara y dejar esa secuencia circular en la cual la persona que uno quiere solamente es un instrumento y empezar a cambiar la semántica de un
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