lunes, 28 de noviembre de 2016

[1978] AL FINAL DE ESTE VIAJE. Silvio Rodríguez


Referirse a Silvio Rodríguez en tiempos reinados por los relativismos, por la liviandad de los discursos, por las promesas entre sordos, por las discordancias y los ajustes convenientes, puede ser la oportunidad para descolonizar ese saber que oculta su extensa y poética obra, en un simple mecanismo de conmemorar la nefasta letanía que optó por prodigar las razones humanizantes hacia recapitulaciones en eficacia de subsistencias.

Al escuchar; “La era está pariendo un corazón”, “Oleo de una mujer con sombrero”, “Qué se puede hacer con el amor”, “Ojalá”, “Al final de este viaje”, etc., es la evocación para dejar el sillón y la casa para cauterizar las recapitulaciones en eficacia de subsistencias, ya que al final de este viaje debe quedar ese rastro de vivir en incuestionada dignidad en plena luz!!!, como seres de la nada... pero amables con calor y alegría, en plena guerra en contra de la bastardad  canalla que reside en cada uno de nosotros, en pleno homenaje a tu hermano/a como bestia de apariencia humana...

Cada acorde de este disco es el honesto llamado a regañar los llantos de la nefasta letanía de las recapitulaciones en eficacia de subsistencias, debiendo quemar el cielo si es preciso por vivir en la incuestionada dignidad en plena luz, a pesar que debamos secar nuestras lágrimas en un interruptor con las manos mudas, entonaciones de un perro ladrando a la luna en emociones y devociones de frustración. 

En ese sentido, se debe apelar a esa bella locura de ambicionar vivir pariendo instantes de dignidad en plena luz, dejando la cobardía de la comodidad, de los silencios cómplices, de las escuchas convencionales y contractuales. Simplemente presentarse desnudo en sincera protección de esnobistas que se disfrazan en representaciones de boina, barba y seudopoesía... con discursos deletreando recapitulaciones en eficacia de subsistencias.

Al final de este viaje, la vida quedará una revolución amasada entre nuestras propias manos, una historia con nuestros cuerpos al sol, venciendo esas recapitulaciones en eficacia de subsistencias. Al final del viaje los fracasados son olvidados y repudiados por su cómoda cobardía, viviendo dentro de una jigüera...entre mayo y julio.

Por ello, la constante lucha y rebelión en contra la letanía de vivir una historia  prestada, determinada y justificada por los otros, debe ser vencida en la plena luz... al final de este viaje nuestro rastro invitará a vivir en dignidad a plena luz, ya que el discernir puede producir tu fracaso socializado pero jamás borrará tu sonrisa en completitud revolucionaria.   
Ahí entonces, la importancia del Silvio Rodríguez, quien seguramente nunca se ganará el prostituido Nobel, ya que su obra aún se mantiene a plena luz... 

Descargue el disco aquí

lunes, 31 de octubre de 2016

En el purgatorio generacional. A 25 años del Nevermind de Nirvana





A propósito del #30añospateandopiedras, el 15 de septiembre pasado, en una entrevista a Jorge González publicada en La Tercera, se refiere a Nirvana como una copia de bandas clásicas del rock como Black Sabbath. “Una copia bastante buena, no era un mal grupo, pero tampoco eran los Beatles”.  Siguiendo el mismo tono, concluye: el grunge era “puro humo” y una simple vuelta a los 70’s. El comentario concuerda con rankings musicales reconocidos como el de la revista Rolling Stones, donde Nervermind aparece en buena posición, pero bajo de álbumes clásicos de las bandas mencionadas por González.

 La erudición y la autoridad de ambos contrasta con la recepción del disco de la llamada generación de los millenials, donde el grunge- y más tarde el famoso chilenismo “aggro metal” con el que rotulábamos a las bandas nu metal- eran la expresión de una generación que comenzaba a tener un acceso más expedito a la música a través de canales de televisión y tiendas especializadas, cuya primera piedra en nuestro país se produjo con el recital de Rod Stewart en 1989.
En este sentido, me atrevería a decir que Nevermind fue uno de los primeros trabajos con que aquella generación construía su identidad musical ya con una mayor sincronía con lo que acontecía en el primer mundo. El disco de Nirvana nos muestra que las necesidades de un joven gringo no diferían mucho de las de un chileno. La lucha ya no era contra un "otro", ya sea material o simbólico, sino contra uno mismo.
La tensión entre "la música por la música" y la importancia contextual de los discos, tiene un punto de convergencia que denomino bíblicamente como el purgatorio generacional. Para mi Nevermind es una obra maestra por donde se le vea, pero creo que aún no supera su carácter de millenial que le permita llegar al Olimpo que constatan González y la Rolling Stone. He percibido  esto a nivel cotidiano cuando alguien como mi papá refleja este sentir cuando escucha con recelo y sospecha el disco.
Por lo tanto, esta conmemoración no es sólo afirmar la centralidad de este disco para la constitución de nuestra generación, sino también un llamado para que nosotros- millenials unidos- contribuyamos en quitar del purgatorio este disco. Como primer paso, recomiendo hacer escuchar el disco a los más jóvenes.
Estoy convencido que 25 años son pocos para capturar el verdadero impacto de esta obra. Eso hace necesario volver a escribir sobre este disco el 2021 para ver cómo hemos avanzado en nuestro rol como generación...

Inicie su camino aquí

















jueves, 15 de septiembre de 2016

HOMENAJE: 30 AÑOS PATEANDO PIEDRAS…*



15.09.1986 - 15.09.2016 // #30AÑOSPATEANDOPIEDRAS

Ya son 30… y no ha pasado nada. Las industrias, las piedras, los que sobran y los ricos, -que por supuesto, lo siguen pasando tan bien. Nada ha cambiado y según parece, nada va a cambiar. El fin del mundo llegó hace rato y acá seguimos ahogados en la anémica democracia de los que no se fueron; postergados en su arribismo del poder. La violencia se comió a la escuela y nuestras ciudades más parecen un zafari comercial que el futuro proclamado en la cosa llamada Educación...

Hemos cumplido quinientos años y 30 dieciochos transformando el destino en una guerra de ausencias indolentes. Un peladero inmobiliario que se devoró la justicia popular y que ahora lo único que queda es el ajusticiamiento civil para saciar a La Gran Máquina sedienta de sangre. ¿No se suponía que juntos debíamos trabajar? ¿No se suponía que éramos hermanos? La realidad nos revienta en la cara y una vez más el Sename nos recuerda que nadie los va a echar de más.

El rojo amanecer y los sueños que recorrían los vagones de un pueblo de prisioneros, ahora se hunde en la marea de una revolución pasada a posmo. Recluida en celdas inertes que indultan su propia libertad a costa de vender una imagen de terrorismo trasnochado. Porque ahora, poco importa la transformación de la clase y el orden establecido… Hoy, es “la libertad”. Esa libertad que se paga en cuotas, que se viste en revistas, en cadenas comerciales, en las campañas ideológicas o en cualquier otra cocina donde no haya piedras que patear.

Esa libertad que bien podría derrumbar al Estado opresor o venderlo en cómodas L E T R A S, gastadas en el exilio de un sueño común que sabe añejo. Esa libertad que se metió la revolución en el bolsillo perro para irle a robar su gente, recorriendo las calles como una leprosa que pide limosna mientras le arranca el alma a su pueblo con la fantástica ilusión de una justicia civil/no-militar...  

A la luz de la Historia, #30AÑOSPATEANDOPIEDRAS parecen hoy el primer retrato de un Chile emergente, con sabor a relave, polvo, deuda y sodomía barata. Ese que nació de un aborto ilegal en clínica privada y que con los años fue arreglándose la facha facha. Vistiéndose siempre de uniforme para pasar por el mateo y relamido lamebotas del curso, pero que al final siempre  termina demostrando su angustia exigiendo ser un héroe: “el jaguar de latinoamérica”; “el que creció con igualdad”; “el del número 1 del mundo”; “el de la gordi”;  “el de los miles de millones de millones de millones de millones”; “el de los Lexus y los Mercedes”, “el de los 33 mineros”, “el que se ensucia debajo de la alfombra”, “el de la OCDE”, “el bicampeón”… el del silencio.

30 años culmple este trozo musical de la Historia popular reciente. Un fragmento de ese futuro pasado que ya exigía la independencia cultural ante la falacia de una alegría que todavía piensa llegar. Un disco visual, mucho más parecido al negativo de la foto familiar que a la “Quinta sinfonía chilensis”. Un dibujo en lápiz pasta, -al borde de la hoja del cuaderno de matemáticas-, de un país aterrorizado y oprimido que empezaba a acomodarse a los grilletes y las colleras de guzmán, chicago, la concerta, la lucía, agellini, büggi, el mamo, daniel lópez, los milicos, los luksic, los matte, los walker, los…, los… los... y las AFPs.


Ese país traicionado por la Fuerza, que perdió su libertad con un disparo en la cabeza y que hoy se la arrienda a todos los que quieren tanto, tanto, pero tanto dinero....

Atte. C.P.

*con personal dedicatoria a Los Prisioneros y J. G., Premio Nacional en vida...


Que lo disfruten:

martes, 31 de mayo de 2016

Pink Floyd: The Wall [1979]


Hace algunos años leí  “El túnel” de Ernesto Sábato. En él me llamó la atención cómo la metáfora del túnel  simboliza la vida como un proceso solitario e incierto, pero no exento de espacios (ventanas lo llama él) en el que nuestra vida se involucra con otras. Otro punto  que rescaté de esa metáfora es el túnel también refleja cómo los tiempos biológicos son los mismos que los psicológicos y espirituales . Es decir, sin importar qué tan oscuro sea el túnel o las pequeñas ventanas que tengamos, sabemos que llegaremos al final en algún momento.

El disco de Waters, Gilmour y compañía (para este caso el orden de los nombres no es casual) nos ofrece una metáfora un poco distinta a la de Sábato. El muro, más que una recta, es un círculo que nos encierra y protege del mundo exterior. Su construcción comienza en el mismo momento en que estamos conscientes de nuestra existencia social. Sus ladrillos se componen por las experiencias buenas y malas que tenemos, por lo tanto, refleja una paradoja clave de la vida moderna: Mientras más socializamos, más nos aislamos. En el muro no hay ventanas, porque no las queremos. Protección es la palabra clave.

Esta paranoia existencial que ilustra el muro es autodestructiva porque en algún momento el muro nos terminará encerrando por completo. Sin embargo, Waters, Gilmour y Cia, nos dan una luz esperanza. El muro se puede demoler y volver a construir constantemente. Es ahí donde creo que se encuentra la principal diferencia con el túnel de Sábato. La (re) construcción y demolición obedece a otros tiempos más allá de los biológicos.  La adaptación al cine de Alan  Parker refleja claramente en ese punto. }

En definitiva, The Wall nos enseña que nunca vamos a escapar de esa pulsión que tenemos hacia la soledad, pero lo importante es que siempre se puede comenzar de nuevo involucrando nuestra existencia con las de otros. Sólo de nosotros depende superar la paranoia de la protección y dar lugar al placer de autodestruirnos y recomponernos una y otra vez  hasta que lleguemos al final de nuestro túnel. 

Empiece su proceso  aquí








lunes, 18 de abril de 2016

Alvaro Peña y el día en que Santiago fue Valparaíso

Alvaro Peña y el día en que Santiago fue Valparaíso

04 de marzo, 2016, Bar de Rene, Santiago
Fuente: Jorge Catoni

Siempre donde hay punk, Santiago se convierte en Valparaíso. En marzo fue Alvaro de Valparaíso, Alvaro Peña, “The chilean with the singing nose” el que nos dio ese privilegio de viajar por pasajes porteños en el corazón de Santiago, de llenarnos el alma con el espíritu punketa que todos llevamos dentro. El espacio que cobijó a esos corazones punketas que caminan desalmados por las calles neoliberales de Santiago fue el bar de René (del cual podríamos escribir otra columna esquinera de todas maneras).

De apoco la gente comenzó a llegar, una parte estaba atestada por gringos en la barra, pero caminando hacia lo que siempre fue el galpón de René, la cosa cambiaba. Lo primero que se vía eran corazones de cartón colgantes, con la tirita porteña que cubre los balcones de aquella calle Francia que lo vio crecer. Esos corazones éramos todos, eran sus historias y desavenencias, su reconocimiento nunca público, sólo un secreto a viva voz. También figura secándose al sol (simulado) un pantalón con estampados de la isla kem.

Y yo figuraba sola, mi amigo falló a última hora y andaba sin celular, sin cámara, sin nada salvo con la billetera y las lucas justas pa comprarle la entrada al loco que en la barra vendía chelas con la polera de Motorhead. Como el Bar de René ahora vende Kutzmann de 250 cc al precio de la de litro, dejé el pudor de lado y me compré una de litro para mí sola - pedí dos vasos para no mostrar el vicio de la soledad - pero al momento del concierto todo lo anterior fueron detalles que adornaban aun más el escenario ya descrito.

Justo en eso me encuentro con el invitado de honor, vestido de terno blanco brillante, con su pelo cano y con sus clásicos zapatos de charol negro del cual colgaban corazones de sus cordones; como me veo con dos vasos le ofrezco uno, a lo cual me dice: gracias, pero soy vegetariano (pensé en todos los vegetarianos de cartón).

Pero la cosa no queda ahí, se dijo que a las 10 partía, y a las 10 partió, “y es que al Alvaro ya no le gusta tocar tarde” decían los productores de la tocata. Por eso Peña llega antes, con sus vinilos, envueltos en una caja de la tiendita nacional, que luego supimos que no los pudo vender ahí porque los tenía “sin tapa”, por eso los vende el mismo mientras las bandas teloneras se alistan y, por supuesto, telonean.

Ya con el tiempo y la distancia de toda una vida sin verlo tocar, se asoma Alvaro Peña con su teclado, sentado, sólo, cantándole a Valparaíso, a su Valparaíso que dejó atrás, (no gritando, como se solía rumorear de sus últimas tocatas) y la rueda de canciones comienza. Se le notaba contento, una estrella con su nariz cantante - o con su voz gangosa, como se le quiera decir -, deslumbrando y disfrutando del momento, incluso se dio el lujo de hacer un mantra con su teclado para disfrutar del canto silencioso que le brindamos por el solo hecho de estar ahí, escuchándolo.

El 04 de marzo el Bar de René recibió a una leyenda, y yo sin haber sido una punketa adolescente, no entendía porque su música me encandilaba, pero sí sabía que estaba viviendo algo único, digno e histórico; será tal vez por lo bruto y simple de sus canciones – que no se mal entienda lo simple -, por ese dejo carraspeado de su voz, por ese punk “a la chilena” que se forma con lo que se tiene a mano, con poesía pura y dura, con ese teclado que perfectamente podría ser guitarra de palo, que me llevan a una imagen única y sonora: Una rueda entre Eduardo Mateo (Uruguay) y Alvaro Peña, ambos serían amigos, ambos con distintas corrientes musicales, pero con la misma esencia de que en bruto la música suena como tiene que sonar, expresa como tiene que expresar y llega a los corazones que tiene que llegar. 

Pd: El sello Huesos Records lanzó esa misma semana el vinilo último de Álvaro Peña “Reaching for the masses” que se puede encontrar en la disquería “Tres Oídos” ubicada en Providencia. También lo puede encontrar en Monophone: http://www.monophone.cl/es/home/2475-alvaro-reaching-for-the-masses.html
Acá un video de su lanzamiento: https://www.youtube.com/watch?v=1_2LUaruhUc

Material Audiovisual:
La Pala, Bar de René (canción de cierre): https://www.youtube.com/watch?v=MIFsg0u4qe0

Discos de referencia:
Alvaro Peña “Antología” (CD Completo),: https://www.youtube.com/watch?v=T2WaOUvMe44
Eduardo Mateo, Mateo sólo bien se lame (CD Completo):





martes, 1 de marzo de 2016

Transporta, seduce, libera. Joe Vasconcellos - Toque 1995





Transportarnos a la liberación que produce la noche, acogidos por el momento imparable de una percusión mental que remueve el sentir, desmembrando lo mejor y lo peor de nosotros mismos.

Sabes que cada palabra busca dar una estocada a nuestra conciencia oscura. Alguien nos vio y develó quienes éramos, haciéndose presente de noche, deambulando entre el deseo y la angustia del placer.

Nos enseñó el movimiento. Presos de sus sonidos, alegrías y miserias cotidianas, nos reflejó como prófugos de nosotros mismos, recorriendo cada parte de nuestro cuerpo, incitándonos a arrancar de la luz día.

Sus palabras seducen con una denuncia des-patronada. Aquí, todo está mal; todo tiene dos caras. Nos traicionamos diariamente. Se acabó la alegría o quizás nunca llegó. Pese a ello, todo es fiesta. Fiestas donde las pulsiones encuentran su espacio y se lo toman por completo. No hay protocolo que resista el descontento. Una rabia irresistible que sólo puede ser liberada al ritmo de las tumbadoras.

Los cuerpos se aproximan, se irritan y juegan, pidiendo más y más. La moral descarnada se apropia de las miradas y nos hacemos mágicos. Frente a frente, se inicia el rito de la fe. Todo es una manera extraña, 'una manera de amar'. La fe avanza en el pulso de los sonidos, trastocando una y otra vez la magia, aquella que libera, impulsando de manera suave el latir de la noche.

Entre tanto humo y sudor, todo se detiene. Deambulan camino a casa. Cuerpos testigos de un nuevo pleito con la luz del día. El cansancio se apropia de las lágrimas y recorre tu rostro. Nada fue real. Un vertiginoso paréntesis que te condujo del sin sabor a la magia del sonido natural.

En reposo, tu cuerpo sigue vibrando, pulsando el deseo de otra noche que acecha.

Toque aquí: